
Dice mi
amita, que recuerda, porque tiene edad para recordar, aquellos años de las
primeras elecciones democráticas, de la recuperación del voto, de la salida de
una dictadura y la entrada en un estado de derecho. Recuerda la esperanza que
se palpaba en las calles y en las conversaciones con unos y con otros…. Recuerda
aquellos años con nostalgia, porque dice que había ilusiones hasta en el aire
que respiraban, y no podemos perdonar que sus señorías hayan utilizado el voto
ciudadano para matar, poco a poco, pasito a pasito, todo aquello.
Ella asegura que no votò para que personajes sin moral y sin dignidad viesen la política como un trampolín para enriquecerse. No votó para que, quienes tienen que luchar, trabajar y legislar para conseguir una sociedad justa, equilibrada y solidaria nos hayan llevado a la situación en la que nos encontramos. No votó para que el poder del voto se utilizase contra los ciudadanos en general, para esquilmarlos con impuestos de todo tipo, empobreciéndoles y robándoles sus derechos a golpe de decreto.
Ella asegura que no votò para que personajes sin moral y sin dignidad viesen la política como un trampolín para enriquecerse. No votó para que, quienes tienen que luchar, trabajar y legislar para conseguir una sociedad justa, equilibrada y solidaria nos hayan llevado a la situación en la que nos encontramos. No votó para que el poder del voto se utilizase contra los ciudadanos en general, para esquilmarlos con impuestos de todo tipo, empobreciéndoles y robándoles sus derechos a golpe de decreto.
Ella
votó para que los ciudadanos tuviesen voz y no para que intenten amordazarlos. Votó
para que la ciudadanía, a través de sus impuestos, gestionados de manera
eficiente y sin despilfarros, tuviese derecho a una sanidad y a una educación
pública y de calidad, a una vivienda, a un trabajo que le permitiese vivir con
dignidad, a una cultura al alcance de todos, a una justicia eficiente apartada
de ideologías políticas. Votó para que sus señorías impidiesen la corrupción en
lugar de beneficiarse de ella o mirar para otro lado. Votó para que sus
señorías trabajasen por y para los ciudadanos, en lugar de hacerlo
exclusivamente por y para su partido, como autómatas sin capacidad para pensar,
o como entes pensantes pero cobardes y pusilánimes que no se atreven a oponerse
a las directrices de los dirigentes del partido, aunque no estén de acuerdo con
ellas.
Votó por el poder del pueblo y si resulta que sus señorías tienen más en cuenta lo que dicen determinados personajes de su partido, que lo que dicen los ciudadanos, se siente estafada. Eso es partidocracia, no democracia. Y se niega, y yo con ella, a aceptar ese sistema.
Y todo esto seguirá siendo así mientras no haya listas abiertas. Mientras su voto no valga lo mismo que el voto de cualquier otro ciudadano, independientemente de dónde se resida. Y seguirá siendo así mientras sus señorías no trabajen por la sociedad a la que representan y dejen de ser bultos sentados en sus bancos para votar leyes o normas, o decretos que, muy posiblemente, ni siquiera han leído.
Después de tanto años, y tantas oportunidades como han tenido para gobernar y ha cer las cosas bien, resulta que está más claro que el agua que ni siquiera han cumplido una Constitución que sus señorías redactaron y aprobaron, como un marco óptimo de convivencia y cohesión social. Una Constitución que hace aguas a babor y a estribor, por la proa y por la popa. ¿Para qué tanta palabrería, si han incumplido prácticamente todo su articulado?
Votó por el poder del pueblo y si resulta que sus señorías tienen más en cuenta lo que dicen determinados personajes de su partido, que lo que dicen los ciudadanos, se siente estafada. Eso es partidocracia, no democracia. Y se niega, y yo con ella, a aceptar ese sistema.
Y todo esto seguirá siendo así mientras no haya listas abiertas. Mientras su voto no valga lo mismo que el voto de cualquier otro ciudadano, independientemente de dónde se resida. Y seguirá siendo así mientras sus señorías no trabajen por la sociedad a la que representan y dejen de ser bultos sentados en sus bancos para votar leyes o normas, o decretos que, muy posiblemente, ni siquiera han leído.
Después de tanto años, y tantas oportunidades como han tenido para gobernar y ha cer las cosas bien, resulta que está más claro que el agua que ni siquiera han cumplido una Constitución que sus señorías redactaron y aprobaron, como un marco óptimo de convivencia y cohesión social. Una Constitución que hace aguas a babor y a estribor, por la proa y por la popa. ¿Para qué tanta palabrería, si han incumplido prácticamente todo su articulado?
Nosotras,
de verdad, no éramos anti sistema, pero sus señorías nos han convertido.
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