jueves, 26 de junio de 2014

DESPRECIO A LA CIUDADANÍA


          Hace ya bastante tiempo que estos políticos que sufrimos día a día (vosotros más que yo) decidieron convocar ruedas de prensa sin permitir preguntas. Se pasaron por el arco del triunfo la obligación que todo servidor público tiene de informar a la ciudadanía de sus actos y, por supuesto, no sólo permitir sino responder cualquier pregunta que pueda hacerle un periodista. Si no les gusta, que se dediquen a otra cosa. Casi seguro que el país saldría ganando…
          Ignoro si algún asesor con seso habrá dicho a sus asesorados que prohibir las preguntas es el más claro indicativo de miedo. Quien teme las preguntas es porque no tiene respuestas. Si un gobernante no quiere que le pregunten por sus acciones de gobierno será porque sabe que no lo está haciendo bien. Quien está seguro de que sus actos responden de verdad a las necesidades de la mayoría de la sociedad jamás tendrá miedo de responder a cualquier cuestión que puedan plantearle. ¿Cómo vamos a confiar en un político que se niega a responder y demuestra inseguridad en sí mismo? Si él no cree en sí mismo, ni en lo que hace, ¿cómo vamos a creer los demás…? ¿Confiarían ustedes en mí si yo dejase de ladrar…?
          Negarse a responder preguntas lo han intentado hacer siempre, sólo que ahora se lo han permitido, y ya sólo falta que lo incluyan en algún artículo nuevo de la Constitución… Sin embargo, creo que ya es imposible que pueda asombrarme más con este asunto, que no tiene nada de trivial o insignificante. Me cuesta trabajo comprender, y eso que soy lista, cómo algunos políticos pueden llegar a tal grado de prepotencia, cinismo, desfachatez y desprecio a la sociedad. Pero el “no va más” del esperpento lo ha marcado el señor presidente del Gobierno, acompañado esta vez de la señora Cospedal, quienes no sólo no admiten preguntas, sino que ya ni siquiera comparecen en carne y hueso (¡qué mordisco se iban a llevar…!, a lo mejor es por eso), sino en plasma. Ambos han vendido a la cúpula de su partido la nueva reforma fiscal, pero ni se han molestado en comparecer ante la prensa, ¿para qué? Es mucho más sencillo filmar su comparecencia en la reunión y aparecer en el plasma (ignoro si fue en directo o en “diferido”), para que los periodistas viesen un capítulo nuevo de “Aquí no hay quien viva”, pero no pudiesen interrogarles, y eso que la reforma se las trae y requiere bastantes respuestas… ¡Vamos, que sólo falta que cobren impuestos por ladrar!
                                                                Hace ya bastante tiempo que los editores y directores de
los medios de comunicación aceptaron esta nueva norma política de comparecencias, supuestamente informativas, sin admitir preguntas. No dijeron ni ‘pío’ y permitieron con su silencio y “dejar hacer” un ataque directísimo al derecho a la información que tiene todo ciudadano, transgrediendo con ello su principal razón de ser. Si para ellos es más importante ‘liarse’ con determinadas ideologías o el poder, subvenciones incluidas, haciéndose cómplices de sus tropelías políticas, en lugar de denunciarlas informando con honestidad, como también es su obligación, pues lo dicho anteriormente: dedíquense a otros negocios, pero no ensucien esta profesión.
          Hace ya bastante tiempo que los periodistas que cubrían dichas ruedas de prensa ‘tragaron’ con esta nueva moda. Me consta que algunos protestaron en  sus redacciones, indicando que no se debería informar de ninguna comparecencia en la que no se aceptasen preguntas. Pero los que mandan no son ellos y tuvieron que acatar las órdenes de sus directores, dejando de ser periodistas y convirtiéndose simplemente en voceros o megáfonos de los políticos. Algunos olvidaron y otros tuvieron que relegar la sagrada labor de un periodista como eslabón entre la noticia y la sociedad; como mensajero que tiene también la obligación de trasladar al político las demandas o interrogantes que estén en el aire de la calle, así como mis ladridos, o preguntar lo que él mismo considere oportuno para poder informar con mayor rigor.
          Para ser realistas, no se trata de pedir la rebelión individual de “jugarse el puesto” y quedarse sin empleo, sobre todo en estos tiempos, pero los periodistas, a quienes se les supone la suficiente formación, deberían haber dado ya los pasos necesarios para crear asociaciones fuertes que no sólo los representen, sino que los defiendan. Solamente a través de la fuerza y el poder que puedan conseguir esas asociaciones, llámense como se llamen, se podrá hacer frente a los intereses espurios de editores y directores, a quienes el derecho ciudadano a la información no debe importarles mucho. Por favor, que nadie me diga que ya están representados por las Asociaciones de la Prensa… ¿Qué han hecho ante este desprecio a la información y, por tanto, a la sociedad?
          El periodista que se crea algo así como una estrella, porque se codea con gente “importante” está totalmente equivocado. A mi abuela, por ejemplo, me contaron que le acarició la Sofi y no por eso yo me considero más importante… Sigo siendo simplemente una perrita, eso sí, peleona, pero perrita. El periodista que crea que su estatus está por encima del de cualquier otro trabajador está totalmente equivocado. El redactor que haga información partidista y se haya rendido ante el poder, ya sea político, económico, religioso, etc. no es un  verdadero periodista, sino un arribista y un corrupto que se ha dejado comprar. El informador que ejerce en un medio de comunicación como “la voz de su amo” y se dedica al peloteo para medrar e ir escalando puestos tampoco es un periodista sino, sencillamente, un patético lameculos. Alguien que antepone sus ideas o su ideología a la honestidad informativa no es un periodista. Y si hay todavía algún redactor, fotógrafo, cámara, locutor, etc. que aún cree que sus problemas profesionales y laborales se  los arreglará algún hada madrina, o pretenden que se los arregle yo, con todos mis respetos, es un tontorrón integral.
          La desunión y la individualidad de esta profesión es la causante de haber llegado a la situación actual: sueldos mileuristas, jornadas ilegales, profesión encarcelada y sueños destrozados. Pues nada, a seguir así… cada uno por su lado…
           Y, mientras tanto: ¡Viva el plasma! 
           Os aseguro que en cuanto aparezcan en carne y hueso me voy a dar un atracón….



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