Hace ya bastante tiempo que estos políticos que sufrimos día a día (vosotros más que yo) decidieron convocar ruedas de prensa sin permitir preguntas. Se pasaron por el arco del triunfo la obligación que todo servidor público tiene de informar a la ciudadanía de sus actos y, por supuesto, no sólo permitir sino responder cualquier pregunta que pueda hacerle un periodista. Si no les gusta, que se dediquen a otra cosa. Casi seguro que el país saldría ganando…
Ignoro si algún
asesor con seso habrá dicho a sus asesorados que prohibir las preguntas es el
más claro indicativo de miedo. Quien teme las preguntas es porque no tiene
respuestas. Si un gobernante no quiere que le pregunten por sus acciones de
gobierno será porque sabe que no lo está haciendo bien. Quien está seguro de
que sus actos responden de verdad a las necesidades de la mayoría de la sociedad
jamás tendrá miedo de responder a cualquier cuestión que puedan plantearle.
¿Cómo vamos a confiar en un político que se niega a responder y demuestra
inseguridad en sí mismo? Si él no cree en sí mismo, ni en lo que hace, ¿cómo
vamos a creer los demás…? ¿Confiarían ustedes en mí si yo dejase de ladrar…?
Negarse a responder
preguntas lo han intentado hacer siempre, sólo que ahora se lo han permitido, y
ya sólo falta que lo incluyan en algún artículo nuevo de la Constitución… Sin
embargo, creo que ya es imposible que pueda asombrarme más con este asunto, que
no tiene nada de trivial o insignificante. Me cuesta trabajo comprender, y eso
que soy lista, cómo algunos políticos pueden llegar a tal grado de prepotencia,
cinismo, desfachatez y desprecio a la sociedad. Pero el “no va más” del
esperpento lo ha marcado el señor presidente del Gobierno, acompañado esta vez
de la señora Cospedal, quienes no sólo no admiten preguntas, sino que ya ni
siquiera comparecen en carne y hueso (¡qué mordisco se iban a llevar…!, a lo
mejor es por eso), sino en plasma. Ambos han vendido a la cúpula de su partido
la nueva reforma fiscal, pero ni se han molestado en comparecer ante la prensa,
¿para qué? Es mucho más sencillo filmar su comparecencia en la reunión y aparecer
en el plasma (ignoro si fue en directo o en “diferido”), para que los
periodistas viesen un capítulo nuevo de “Aquí no hay quien viva”, pero no
pudiesen interrogarles, y eso que la reforma se las trae y requiere bastantes
respuestas… ¡Vamos, que sólo falta que cobren impuestos por ladrar!
Hace ya bastante tiempo que los editores y directores de
Hace ya bastante tiempo que los editores y directores de
los medios de comunicación aceptaron
esta nueva norma política de comparecencias, supuestamente informativas, sin admitir
preguntas. No dijeron ni ‘pío’ y permitieron con su silencio y “dejar hacer” un
ataque directísimo al derecho a la información que tiene todo ciudadano,
transgrediendo con ello su principal razón de ser. Si para ellos es más
importante ‘liarse’ con determinadas ideologías o el poder, subvenciones
incluidas, haciéndose cómplices de sus tropelías políticas, en lugar de
denunciarlas informando con honestidad, como también es su obligación, pues lo
dicho anteriormente: dedíquense a otros negocios, pero no ensucien esta
profesión.
Hace ya bastante
tiempo que los periodistas que cubrían dichas ruedas de prensa ‘tragaron’ con
esta nueva moda. Me consta que algunos protestaron en sus redacciones, indicando que no se debería
informar de ninguna comparecencia en la que no se aceptasen preguntas. Pero los
que mandan no son ellos y tuvieron que acatar las órdenes de sus directores,
dejando de ser periodistas y convirtiéndose simplemente en voceros o megáfonos
de los políticos. Algunos olvidaron y otros tuvieron que relegar la sagrada
labor de un periodista como eslabón entre la noticia y la sociedad; como mensajero
que tiene también la obligación de trasladar al político las demandas o
interrogantes que estén en el aire de la calle, así como mis ladridos, o
preguntar lo que él mismo considere oportuno para poder informar con mayor rigor.
Para ser realistas,
no se trata de pedir la rebelión individual de “jugarse el puesto” y quedarse
sin empleo, sobre todo en estos tiempos, pero los periodistas, a quienes se les
supone la suficiente formación, deberían haber dado ya los pasos necesarios
para crear asociaciones fuertes que no sólo los representen, sino que los
defiendan. Solamente a través de la fuerza y el poder que puedan conseguir esas
asociaciones, llámense como se llamen, se podrá hacer frente a los intereses
espurios de editores y directores, a quienes el derecho ciudadano a la
información no debe importarles mucho. Por favor, que nadie me diga que ya
están representados por las Asociaciones de la Prensa… ¿Qué han hecho ante este
desprecio a la información y, por tanto, a la sociedad?
El periodista que se
crea algo así como una estrella, porque se codea con gente “importante” está totalmente
equivocado. A mi abuela, por ejemplo, me contaron que le acarició la Sofi y no
por eso yo me considero más importante… Sigo siendo simplemente una perrita, eso
sí, peleona, pero perrita. El periodista que crea que su estatus está por
encima del de cualquier otro trabajador está totalmente equivocado. El redactor
que haga información partidista y se haya rendido ante el poder, ya sea
político, económico, religioso, etc. no es un
verdadero periodista, sino un arribista y un corrupto que se ha dejado
comprar. El informador que ejerce en un medio de comunicación como “la voz de
su amo” y se dedica al peloteo para medrar e ir escalando puestos tampoco es un
periodista sino, sencillamente, un patético lameculos. Alguien que antepone sus
ideas o su ideología a la honestidad informativa no es un periodista. Y si hay todavía
algún redactor, fotógrafo, cámara, locutor, etc. que aún cree que sus problemas
profesionales y laborales se los
arreglará algún hada madrina, o pretenden que se los arregle yo, con todos mis
respetos, es un tontorrón integral.
La desunión y la
individualidad de esta profesión es la causante de haber llegado a la situación
actual: sueldos mileuristas, jornadas ilegales, profesión encarcelada y sueños
destrozados. Pues nada, a seguir así… cada uno por su lado…
Y, mientras tanto:
¡Viva el plasma!
Os aseguro que en
cuanto aparezcan en carne y hueso me voy a dar un atracón….
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