jueves, 30 de enero de 2014

TRABAJAR EN LO QUE UNE

          Aunque les parezca mentira, porque ya saben que soy una perrita, acabo de leer un libro: “Nadie es más que nadie” de Miguel Ángel Revilla. El ex presidente de mi querida Cantabria es un personaje que, confieso, siempre me ha caído bien, aunque no comparto en absoluto algunas de las cosas que ha hecho como, por ejemplo, hacer un gobierno de coalición con el PP o hacer otro con el PSOE. Lo segundo puedo entenderlo, pero lo primero, ya que hablamos de una comunidad con mar, “ni de coña marinera”. Pero al margen de sus maridajes políticos, creo sinceramente que su ideología verdadera es Cantabria, el amor por su tierra. Y como Cantabria era la tierra del padre de mi dueña y amiga, siempre la he llevado y la llevaré en el alma. La siento mía y me siento de ella, mucho más que de la tierra que me vio nacer. Al fin y al cabo, el lugar donde naces no deja de ser un accidente circunstancial, aunque esa circunstancialidad unida a la educación y vivencias desarrolladas en un espacio geográfico, te hagan sentir parte de una tribu concreta. Sin embargo, en mi caso, aunque sólo conozco Cantabria de visitas más o menos largas, no sé por qué, pero amo esa tierra y añoro mis correrías por sus prados persiguiendo mariposas.
          Pero volviendo a Revilla, me parece un hombre sencillo y sobre todo creo que es un político honesto que habla claro y está diciendo muchas verdades. Solamente por eso y por haber renunciado a escoltas y coches oficiales, ya me cae bien. Puede que alguna persona piense que esos gestos son populistas y dirigidos a la galería. Es posible, pero si todos los políticos y altos cargos hiciesen gestos parecidos estoy segura de que el Estado se ahorraría una cantidad nada desdeñable de dinero, que se podría dedicar a otras partidas mucho más necesarias para el contribuyente.
   
      Por esa razón he leído su libro, un libro en el que mi olfato me dice que no ha contado todo lo que sabe. Y aunque es bastante ameno y divertido leer sus anécdotas, me quedo sin dudarlo con sus dos últimos capítulos: “La jungla de los listos” y “Políticos en bancarrota”. En ambos, de una forma clara y didáctica, sobre todo para mí que a veces me lío un poco con esas cosas, explica las causas de esta crisis provocada y manipulada por las élites financieras, pero también su visión, como político y economista, de lo que hay que hacer para salir victoriosos de esta travesía por los caminos más oscuros del capitalismo. Una travesía propiciada, como he dicho antes, por las élites y tiburones financieros, a los que nuestros ineptos políticos han dejado hacer, en lugar de oponerse con firmeza, como es su obligación, a tanta desvergüenza.

         Es una voz más que se une a otras muchas que claman contra la injusticia social y contra la situación en la que nos encontramos. Por eso me ha gustado su libro, como me ha gustado también el de “Conversaciones sobre la III República” de Julio Anguita y Carmen Reina, o el de “Hay alternativas”, de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón, entre otros… Como me gusta cualquier intento que se haga para plantar cara a esa oligarquía que pretende que volvamos a épocas pasadas, mientras ellos siguen enriqueciéndose a costa de la pobreza y miseria de los demás…. que son la gran mayoría. Esa es la cuestión: ¿Qué se puede hacer para que esa mayoría absoluta silenciosa, narcotizada, dormida, alienada, amedrentada y, en algunos casos, sencillamente idiotizada, despierte, empiece a pensar por sí misma y eche a andar?
         Yo, en mi ingenuidad perruna genuina, aún tengo la esperanza de que dejareis de gatear y conseguiréis poneros en pie. Creo que como sociedad, como tribu, como clase o, simplemente, como ciudadano/as conscientes, habéis empezado a despertar de este gran espejismo democrático o letargo social y estáis aprendiendo a caminar de nuevo. El 15M fue el comienzo, las mareas de colores han sido otro paso, las plataformas anti desahucios ahí siguen y la puntilla, el éxito de la movilización vecinal en Gamonal, que ha demostrado ampliamente que cuando las personas se mueven, se unen y luchan por sus intereses pueden conseguir todo lo que se propongan.
          Por ello me alegro de todas esas iniciativas ciudadanas que pretenden romper con el sistema actual y cambiarlo por otro sistema sociopolítico más democrático, más justo, más solidario y más social. Hay muchos movimientos en este sentido que pretenden convertirse en partidos políticos para intentar dar respuesta a las demandas ciudadanas del 15-M y de todas las movilizaciones que le han seguido después. Naturalmente, en estas iniciativas no entraría el nuevo partido “VOX”, ya que la manifestación de uno de sus promotores afirmando que el Gobierno de Rajoy “ha defraudado” a sus votantes al hacer “políticas de izquierda o extrema izquierda” demuestra una miopía que, francamente, me alucina. De manera que, si la reforma laboral, la educativa, la privatización de la sanidad, la ley de “inseguridad” ciudadana, la de seguridad privada, la congelación del salario mínimo, la importante pérdida de poder adquisitivo de pensionistas y jubilados, la reforma de la ley del aborto, las tasas judiciales, politizar totalmente los órganos judiciales y la información de la TV que pagamos todos, la falta de firmeza en la lucha contra el fraude fiscal y la corrupción, el estrangulamiento de los autónomos, etc., etc., son políticas de izquierda o extrema izquierda, ya no entiendo nada y, definitivamente, soy marciana. Porque si todo lo que está haciendo este Gobierno es de “izquierdas” o “extrema izquierda”, ¡cojona!, que diría la abuela de mi dueña, ¿qué harían estos “voxeros” si llegasen al poder…?
          Las otras iniciativas a las que me refiero con esperanza son, entre otras y si no me falla mi memoria perruna , la plataforma Frente Cívico, Red Ciudadana Partido X, Podemos, Equo, Democracia Real Ya, Convocatoria Cívica, Asamblea Constituyente, etc. Se trata, en definitiva, de movimientos progresistas que intentan cambiar el panorama político de nuestro país y regenerar la democracia. Pero me asalta un temor y me daría mucha pena que se cumpliese. Está demostrado históricamente que la derecha se pone de acuerdo en pactos y componendas para alcanzar o perpetuarse en el poder con bastante facilidad. Sin embargo, la izquierda se desgasta en discusiones ideológicas bizantinas, o en mi ego es mejor que el tuyo, sin que lleguen a alcanzar pacto alguno que les permita poner en práctica las políticas necesarias para salvar a este país.
          Y aunque mi poder de convocatoria es prácticamente inexistente, no soy más que una perrita y una pequeña gotita de agua en una inmensidad oceánica, me atrevo a hacer un llamamiento desde este blog para que los promotores o ideólogos de este tipo de movimientos o plataformas empiecen a mirar lo que les une y profundicen en ello, olvidando otras cuestiones menos importantes en aras de conseguir lo verdaderamente crucial en este momento histórico: un país realmente democrático, libre de servidumbres que no benefician a la sociedad española, unas leyes más justas e iguales de verdad para todos, unos servicios públicos de calidad y gestionados de manera eficiente, endurecimiento de las leyes anticorrupción y de la lucha contra el fraude fiscal, entre otras cosas.
     
     Si estas plataformas son capaces de aglutinar esfuerzos hacia un mismo fin, se llegará a la meta. Si no lo hacen, los que tienen el poder seguirán ejerciéndolo como hasta ahora, sin tener en cuenta los intereses de la ciudadanía, y la izquierda seguirá sobreviviendo en sus reinos de taifas, sin conseguir absolutamente nada. Ahora más que nunca es necesaria esa unión. Para ello sólo hace falta una cosa: grandeza personal de cada uno para apartar lo que separa y grandeza de miras para trabajar en lo que une, aunque por el camino haya que dejar tirados trocitos de ego.
          Sólo una unión fuerte basada en un programa y no en personalismos, puede sacarnos de este pozo. Y no olvidemos que si, encima del poder que tienen, aunque se base en una falsa mayoría, tienen de “intercesora” nada menos que a Santa Teresa, como ha dicho el ministro del Interior… pues andamos listos. ¡Señor, señor, qué “peña”! Yo creo que en el fondo, es decir en el “interior”, no han salido de Atapuerca…

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario