Cuando me he sentado frente a este folio
etéreo para escribir el artículo que inaugurará este blog, tantas veces pensado
y otras tantas pospuesto, me he sentido desbordada por todos los pensamientos
que circulan por mi cerebro y que “calientan mis neuronas y mi sangre”. ¡Hay
tantas cosas que decir…! ¡Hay tantos problemas que obligan a no quedarse callados…!
¡Hay tantos silencios que tengo que romper con mis ladridos…! Sólo hay que
echar un vistazo a esta España nuestra, saber lo que era y ver en que la han
convertido estos políticos que nos toca sufrir y aguantar por aquello de la mal
interpretada democracia, o de una democracia manipulada y desvirtuada, para
saber qué hay muchos temas sobre los que ladrar. Por ejemplo, desmantelamiento
progresivo, pasito a pasito, de todo lo público; anulación de derechos
laborales, retrocediendo hasta situaciones que, moral y sociológicamente
hablando, vulneran la dignidad humana; contemplar como la corrupción ha
invadido la mayor parte de la gran telaraña urdida alrededor de los ciudadanos,
hasta lograr que, generalmente, ya nadie crea en nada ni en nadie; ver con que
celeridad algunos políticos se ponen de acuerdo para cambiar lo que a ellos les
interesa, incluido algún cambio en la “sagrada” Constitución, y son incapaces
de realizar cambios legislativos que realmente beneficiarían a la sociedad; ser
testigos de que no hay pudor político al “rescatar” a los bancos en lugar de
“rescatar” a los ciudadanos; contemplar con estupor como el cinismo y la
mentira se ha instalado en la política como un sello de identidad…. En fin,
tantas y tantas cosas, que da para muchos artículos. Así que también, ladrido a
ladrido, trataré de ir soltando mi indignación para evitar que me salga una
úlcera de estómago.
Y hoy, comienzo con algo que me parece
totalmente injusto:
1.-
La Constitución, en su artículo 14, dice que: “Los españoles son iguales ante la ley…” La pregunta es obvia: ¿qué
ley? ¿La que algunos políticos aprueban para que les favorezca sólo a ellos? La
realidad social es que “los españoles son
iguales ante la ley”, pero la ley no es igual para todos los españoles.
2.-
La Constitución, esta vez en su artículo 50, dice que: “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y
periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante
la tercera edad…” Aquí no hay pregunta, porque es más que obvio que muchos
miles de pensionistas y jubilados carecen de esa “pensión adecuada”.
La certeza social y política es que no se
cumple ninguno de estos artículos, es decir, estos dos mandatos
constitucionales, que por ser constitucionales son de obligado cumplimiento, los
políticos se los pasan por el arco de triunfo. En el punto 1º, el desarrollo de
algunas leyes ha creado una desigualdad manifiesta que, lógicamente, favorece a
quienes las han desarrollado. Los ciudadanos que cobran una pensión del Estado,
que no es gratuita sino fruto de su contribución y de sus impuestos, no pueden
compatibilizar la misma con otro trabajo y si lo hacen su pensión se ve
reducida a la mitad. Esto lo dice una norma legal. Pero otra norma legal ampara
que un ex presidente del Gobierno, que cobra una pensión lo suficientemente
“adecuada” para vivir cómodamente, pueda compatibilizarla, sin perder ni un
euro, con cualquier tipo de trabajo en empresas privadas, ya sea como asesor de
Gas Natural, caso de Felipe González, o de Endesa, caso de José María Aznar,
entre otras actividades que también les aportan importantes beneficios.
Según los datos publicados en varios medios,
ambos ex mandatarios perciben del Estado una pensión vitalicia (da igual que
hayan dejado la presidencia a los 65 o 50 años), de 75.000 euros brutos
anuales, a los que hay que sumar otros 126.000 euros como consejero de Gas
Natural Fenosa, además de dietas y comisiones, en el caso de González. En el
caso de José María Aznar, a los 75.000 euros de pensión hay que sumar otros
200.000 euros como consejero de Endesa, más otros 198.000 euros (86.000 en
efectivo y 112.000 en acciones), como vocal del consejo de News Corporation, de
ideología conservadora, propiedad del controvertido magnate de los medios
Rupert Murdoch. Además de estos emolumentos, ambos realizan otras actividades
como conferencias, libros, artículos, etc., cuyos ingresos ignoramos. Lo que sí
parece estar claro, a la vista de las cifras comentadas es que ambos triplican
la pensión vitalicia que reciben del Estado y que pagan todos los españoles y
nunca mejor dicho, pues ellos, si se les aplicase la otra ley que sí es igual
para el resto de los ciudadanos, no habrían generado los años de cotización
suficiente para cobrar, por ejemplo la pensión máxima que actualmente se sitúa
en 35.673 euros brutos anuales.
Hay que subrayar, que igual que
González y Aznar, también Leopoldo Calvo Sotelo perteneció a varios Consejos de
Administración de empresas privadas nada más dejar la Presidencia del Gobierno.
Y hay que subrayar igualmente que aunque González tardó 15 años en ser
consejero de una empresa privada, Aznar lo hizo prácticamente nada más dejar La
Moncloa. En cuanto a Zapatero, según sus declaraciones, afirma que nunca
aceptará ser consejero de una multinacional porque considera que un ex
presidente debe mantenerse al margen de los intereses particulares de las
grandes empresas. Aunque esta actitud demuestra una ética loable, tampoco se
queda sólo con su pensión vitalicia, ya que al incorporarse al Consejo de
Estado, percibe otros 75.000 euros anuales, aproximadamente. Y habría que
hablar también de las prebendas y beneficios de los ex presidentes autonómicos,
ministros y demás fauna política, aunque ese tema da para otro artículo.
Cuando los grupos minoritarios del
Congreso criticaron esta cuestión y pidieron una Ley de Incompatibilidades más
exigente, la respuesta del actual ejecutivo, así como del PSOE y CiU, ha sido
defender dichas prerrogativas; la de González afirmar que cumple
escrupulosamente la ley; la de Aznar, el silencio, aunque según el secretario
general de la FAES, fundación del ex presidente conservador, Jaime
Garcia-Legaz, “es un tema a debatir”,
pero defendió “un trato institucional
diferente” para los ex presidentes del Gobierno; desde el PP, mientras Ana
Mato, por ejemplo admitió que habría que “abrir
una reflexión” sobre el tema, el entonces coordinador de relaciones
internacionales del PP y actualmente uno de los hombres de confianza de Rajoy, Jorge
Moragas, calificó las críticas de “actitud
paleta y populista”.
Discriminación legal
Hasta aquí los datos y para no
confundir planteamientos, ni churras con merinas, diré que no opino que los ex
presidentes no tengan derecho a una pensión. Pero dado que la ley ya les
favorece, no exigiéndoles ni a ellos ni a los parlamentarios los mismos
requisitos que al resto de los ciudadanos para acceder a la misma, cuestión
también más que discutible, por lo menos debería contemplar la misma
incompatibilidad que exige a todos los jubilados y pensionistas de este país. Y
esto no es “paleto ni populista”. Es, sencillamente, exigir que las leyes no
tengan forma de embudos y que la parte más estrecha sea siempre para los más
débiles. Sencillamente, no es que todos los españoles sean iguales ante la ley,
sino que la ley deberá ser igual para todos. Lo contrario, señores del Gobierno
y señores populares y socialistas, no es más que una intolerable discriminación
legal, y una flagrante inmoralidad institucional. Y eso, en cualquier
circunstancia, así que no digamos con la que está cayendo….
De verdad, alguien con sentido común
y con una mínima ética, ¿considera justo que un jubilado con una pensión que
puede variar desde los 7.812 euros anuales hasta los 35.273 anuales (mínima y
máxima para 2013), si realiza alguna otra actividad, vea reducida su pensión un
50% y estos señores, por muy ex presidentes que sean, con una pensión que
duplica la máxima del resto de los españolitos, puedan realizar todos las
actividades que les dé la gana sin ver mermada su pensión?
Yo
creo que no, no es justo. Y si alguien me llama demagoga porque en realidad el
Estado no se ahorraría mucho rebajándoles el 50% de su pensión, puesto que no
son muchas personas, les diré que me importa un bledo si son tres o
trescientas. No estoy hablando de ahorro (de eso y de los sueldos que pululan
por esta España nuestra hablaré otro día). Estoy hablando de derechos y
obligaciones, estoy hablando de justicia, estoy hablando de que no debe haber
leyes a la carta para los políticos, estoy defendiendo y exigiendo que las
leyes deben ser iguales para todos los ciudadanos.
Es decir, como mascota y ciudadana
de este maltratado país, exijo que la ley contemple para los ex presidentes la
misma incompatibilidad entre pensión y trabajo que para el resto de los
pensionistas. Pero no sólo eso, sino también que en el supuesto de que sus
actividades privadas les reporten beneficios que superen el importe de su pensión,
les sea retirada la misma totalmente. Aún así, su “estatus”, tan defendido por
los políticos, quedaría a salvo, ya que
estarían muy por encima de la pensión máxima y no digamos ya del 70% de los
pensionistas españoles que no llegan a los mil euros mensuales.
Así que apelo a todos los
parlamentarios para que, al margen de ideologías y obediencias ciegas y sin
personalidad al partido, defiendan los intereses generales de una sociedad a la
que tienen la obligación de servir, y demuestren su dignidad humana y política.
Y recordarles, puesto que parece que lo han olvidado, que para eso se les ha
votado, que para eso fueron elegidos, para trabajar por el bien público y no
para ejercer como meros comparsas de intereses mezquinos y espurios.
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