lunes, 2 de junio de 2014

LO QUE YO HARÍA SI FUESE FELIPE... SIN EL VI


          Tenía pensado responder  algunas cuestiones sobre la abstención, pero como la actualidad manda, cambio de tercio. Llevo todo el día, desde el anuncio de la abdicación del Rey, leyendo y oyendo comentarios por el norte, por el sur, por el este y por el oeste. De articulistas y contertulios sesudos, y de otros que más valdría que se quedasen en su casita en pantuflas, que es como mejor se reflexiona. Y servidora, como se ha levantado con los tacones puestos (es un decir, mis pezuñitas no admiten tacones), lógicamente no he reflexionado tampoco mucho sobre el tema, entre otras cosas, porque me parece a mí que el asunto en cuestión tampoco necesita demasiada reflexión en sí mismo. Otra cosa es que empecemos a cavilar sobre los intereses espurios que pueda haber a su alrededor y entonces sí, entonces sí que habría mucha más tela que cortar y mucho más que ladrar.
Pero vayamos a lo que, según mis tacones está más claro que el agua: Vivimos en un país con un régimen democrático, que dista mucho de ser una democracia perfecta, ni siquiera para la elección de los parlamentarios. Sin embargo, aún con sus defectos, cada cuatro años se le pregunta a la ciudadanía qué partido elije para que gobierne y gestione los asuntos de su municipio, de su autonomía y del Estado.
Como forma de Estado, y por venir de dónde venimos, tenemos una Constitución y una Monarquía que, por aquello de ser un poco más modernos y demostrar que hemos superado la Edad Media, hemos dado en llamar Monarquía Parlamentaria. Puede que esa figura estuviese bien para aquel momento, llamado transición, que algunos dicen nos salvó de otro enfrentamiento civil, pues los tentáculos de las huestes del dictador estaba muy extendidas y arraigadas en ciertos sectores de la sociedad, sobre todo el que tenía las armas. Es cierto que aquella transición pudo evitar ese peligro real, pero también es cierto que sirvió para que muchos lobos de esas huestes se mezclasen con las ovejas para conformar un nuevo rebaño y, al final, seguir indicando la pradera donde había que pastar.
Pero de eso hace ya 40 años. Las sociedades no son estáticas, evolucionan, y, desde mi punto de vista canino, creo que ya va siendo hora de cambiar las cosas defectuosas e intentar mejorarlas, para avanzar hacia una democracia más perfecta, más real, más efectiva y más acorde con lo que una gran parte de la sociedad, sobre todo los jóvenes, demandan.
Si realmente somos demócratas. Si realmente nuestros políticos creen de verdad en la democracia y en la ética que esta palabra encierra, y esto no es una cuestión de izquierdas, ni de derechas, ni de perros, ni de gatos, no tendrán más remedio que preguntar a la ciudadanía qué sistema de gobierno desea para su país. Y este es el momento. La abdicación del Rey es, quizás, la prueba del algodón para ver si la sociedad española, sobre todo sus políticos, ha alcanzado la madurez necesaria para, sin miedos a viejos fantasmas, elegir qué camino quiere seguir: Si continuar con una Monarquía o que se constituya una República. Si las cosas se hacen como tienen que hacerse, no hay ningún motivo para tener miedo, porque una ciudadanía verdaderamente demócrata aceptará lo que la mayoría decida, porque eso es la democracia. Pero hay que darle opción a qué decida, eso es incontestable y no hay ningún argumento que, en este momento histórico, pueda rebatirlo.
Personalmente, en un referéndum, si yo pudiese votar, confieso que optaría por la República como modelo de Estado. No se trata de que, en mi ingenuidad genuina, piense que por cambiar de modelo de Estado se vayan a solucionar todos los problemas que tenemos en este momento, pues cualquier sistema de gobierno que se elija está compuesto por personas y los sistemas pueden ser perfectos en teoría, pero las personas no. Son las personas las que fallan y la palabra República no es una panacea.
                                                                          Sin embargo, si que quiero resaltar dos cuestiones:
Primera, optaría por la República porque las Monarquías me parecen absurdas, obsoletas y contrarias al sentido común y, desde luego, fuera de lugar en una sociedad moderna y avanzada. Los ingleses y los países nórdicos estarán muy avanzados en algunas cuestiones, pero en ésta yo les suspendo. Y segundo, la República no es solamente un nombre que evoca épocas pasadas, porque si nos quedamos en eso, en llegar simplemente a la III República no habremos conseguido nada. La III República debe ser profunda y realmente democrática, hacer suyos la defensa de los derechos humanos, y su razón de ser, su corazón, sus actos, además de estar imbuidos de justicia y de solidaridad, tienen que tener una honestidad y una ética fuera de toda sospecha. Porque un régimen republicano sin ética política no me sirve. ¡Ah! Y, por supuesto, tendría que respetar también los derechos de los ciudadanos de cuatro patas…
Y volviendo a la Monarquía, ¿pero qué es eso de que un señor o una señora, simplemente por nacimiento, por ser hijo de… tiene un derecho de sucesión que le permite dirigir los destinos de un país? ¿Aunque no valiese para hacerlo? ¿Aunque le importase un bledo el bienestar de sus ciudadanos? ¿Aunque fuese el más tonto de la aldea global? ¿Simplemente por nacimiento? ¿Pero hay algo más absurdo que esa idea? Jo, es que ni en el mundo canino…. ¡Mira que sois raros! ¡Pero raros, raros…!
Dicen que el Príncipe Felipe “está muy preparado”. Bueno, supongo que en España habrá también más personas preparadas, no va a ser él solo (sin ir más lejos, mi dueña sería una reinona fetén), pero no es eso. Es que eso me da igual, es que la cuestión no es esa. La cuestión es que, si yo pudiese votar, querría elegir qué modelo de Estado quiero y, después, quién quiero que dirija o arbitre dicho modelo. Esa es la cuestión.
Y aunque algunas personas que me estén leyendo, piensen que soy una perrita que estoy más p’allá, que p’acá, ¿sabe lo que yo haría en estos momentos si fuese Felipe, el sucesor? Dando por supuesto que no está metido en una burbuja y que está realmente informado, en todos los sentidos, de la situación actual de nuestro país, me reuniría con todos los partidos, con el Consejo de Estado y con quien fuese menester y les diría: “Señores, me siento preparado y con ganas para trabajar por y para los ciudadanos de este país, pero quiero hacerlo con todos los vientos a favor y con el respeto de la sociedad. No quiero ser simplemente el sucesor. Quiero ganarme ese puesto y como soy profundamente democrático, quiero que el pueblo elija primero qué modelo quiere. Quiero que se reforme la Constitución para permitir un referéndum vinculante. Si el pueblo elije el modelo republicano, tendré la opción de presentarme, como cualquier español, para presidirlo. Y si me elijen, tendré la oportunidad, ganada limpia y éticamente, de demostrar mi preparación y mi entrega a este país que tanto amo.” 
¿Se imaginan a su futura majestad haciendo eso? Pues, fíjense, estoy casi, casi segura de que, si tuviese el valor, si fuese capaz de ese gesto, a lo mejor, a lo mejor, hasta podría llegar a ser el primer presidente de la III República…
Es que últimamente me gusta la ciencia ficción….
Si vosotros sois raros, ¿por qué no puedo serlo yo?


Y para que lo sepáis, voy a empezar a recoger firmas por el Avaaz ese, para conseguir el derecho al voto para los perros y los gatos. Pero, a ver, con lo listos que somos, que alguien me diga por qué no podemos votar… Jo… es que… cómo sois…. No nos dejáis votar y luego tenéis reyes…. 
Es que, sois raros, raros….


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